Si nevaba en la ciudad, se originaba, en cada esquina, un próximo riesgo de romperse la crisma. La nieve caída y pisoteada se endurecía con la helada nocturna y las calles se transformaban en unas pistas relucientes y vítreas, más apropiadas para patinar que para transitar por ellas.
sábado, 25 de septiembre de 2021
El otro hombre - Miguel Delibes
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Miguel Delibes
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La estrella sobre el bosque - Stefan Zweig
Un día, cuando el diligente y apuesto camarero François se inclinó sobre el hombro de la bella condesa polaca Ostrovska, sucedió algo extraño. Sólo duró un segundo y no fue un estremecimiento o un sobresalto, un temblor o una emoción.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El anciano - Daphne Du Maurier
¿Me preguntaba usted por el anciano? Creo que sí. Usted es nuevo en esta región. ¿Ha venido a pasar sus vacaciones? En verano suele venir mucha gente. Siempre acaban bajando por los acantilados hasta esta playa y se detienen para mirar al mar; luego, vuelven la vista hacia el lago. Igual que usted.
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El anciano - Daphne Du Maurier
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El final de la fiesta - Graham Greene
Peter Morton se despertó sobresaltado al enfrentarse con la primera luz del día. A través de la ventana, podía ver una rama desnuda inclinándose en un marco de plata. La lluvia golpeaba contra el cristal. Era el 5 de enero.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
viernes, 24 de septiembre de 2021
Mitología de un hecho constante - Tomás Borrás
A la madre le habían confiado los dioses el secreto: “Mientras alimentes la llama de esa hoguera, tu hijo vivirá”. Y la madre, infatigable, sostenía el fuego, vigilándolo, sin permitir que disminuyese en intensidad ni altura.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La gata - Colette
Los jugadores de póquer familiar dieron muestras de fatiga a eso de las diez. Camille luchaba contra el cansancio como se lucha a los diecinueve años; es decir, de improviso aparecía fresca y lozana; luego, bostezaba detrás de sus manos juntas y reaparecía pálida, blanca la barbilla, un poco oscuras las mejillas bajo los polvos de matiz ocre, y dos lagrimitas en el rabillo de los ojos.
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La gata - Colette
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El paraguas - Jacinto Álvaro Cunqueiro
Guerreiro de Noste iba por el monte, cruzando la sierra que llaman Arneiro, cuando se encontró con un hombre que llevaba un paraguas enorme, más alto que él, la tela de color ceniza. Guerreiro le dio los buenos días, y se admiró del tamaño del paraguas, que nunca otro viera.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Nadie lo sabe - Sherwood Anderson
George Willard se levantó del escritorio que ocupaba en las oficinas del Winesburg Eagle, miró cautelosamente a su alrededor y salió con precipitación por la puerta trasera. La noche era calurosa y el cielo estaba cubierto de nubes; aunque no habían dado las ocho todavía, la callejuela a la que daba la parte trasera de las oficinas del Eagle estaba oscura como la pez.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
jueves, 23 de septiembre de 2021
La mancha de humedad - Juana de Ibarbourou
Hace algunos años, en los pueblos del interior del país no se conocía el empapelado de las paredes. Era este un lujo reservado apenas para alguna casa importante, como el despacho del Jefe de Policía o la sala de alguna vieja y rica dama de campanillas. No existía el empapelado, pero sí la humedad sobre los muros pintados a la cal. Para descubrir cosas y soñar con ellas, da lo mismo.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El obstáculo - Amado Nervo
Por el sendero misterioso, recamado en sus bordes de exquisitas plantas en flor y alumbrado blandamente por los fulgores de la tarde, iba ella, vestida de verde pálido, verde caña, con suaves reflejos de plata, que sentaba incomparablemente a su delicada y extraña belleza rubia.
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El obstáculo - Amado Nervo
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Solo vine a hablar por teléfono - Gabriel García Márquez
Una tarde de lluvias primaverales, cuando viajaba sola hacia Barcelona conduciendo un coche alquilado, María de la Luz Cervantes sufrió una avería en el desierto de los Monegros. Era una mexicana de veintisiete años, bonita y seria, que años antes había tenido un cierto nombre como artista de variedades.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El faro - Juan José Arreola
Lo que hace Genaro es horrible. Se sirve de armas imprevistas. Nuestra situación se vuelve asquerosa.
Ayer, en la mesa, nos contó una historia de cornudo. Era en realidad graciosa, pero como si Amelia y yo pudiéramos reírnos, Genaro la estropeó con sus grandes carcajadas falsas. Decía: “¿Es que hay algo más chistoso?” Y se pasaba la mano por la frente, encogiendo los dedos, como buscándose algo. Volvía a reír: “¿Cómo se sentirá llevar cuernos?” No tomaba en cuenta para nada nuestra confusión.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Conclusión - Charles Dickens
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Del agua de la isla - Edgar Allan Poe
Primero nos negamos a probarla, suponiéndola corrompida. Ignoro cómo dar una idea justa de su naturaleza, y no lo conseguiré sin muchas palabras. A pesar de correr con rapidez por cualquier desnivel, nunca parecía límpida, excepto al despeñarse en un salto.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Esperando – Osamu Dazai
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El comerciante - Franz Kafka
Es posible que algunos me tengan compasión, pero yo no advierto nada. Mi pequeño negocio me abruma de preocupaciones que me provocan dolores internos en las sienes y en la frente, pero sin darme la más mínima perspectiva de satisfacción, pues mi negocio, como he dicho, es pequeño.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El beso – Hjalmar Söderberg
Érase una vez una muchacha y un joven. Estaban sentados en una piedra, en una punta de tierra que se adentraba en el mar, y las olas golpeaban hasta tocar sus pies. Estaban sentados, callados, cada uno en sus pensamientos, y vieron ponerse el sol.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Lenguaje – Ernesto Sábato
El lenguaje comienza siendo un simple gruñido para designar todas las cosas; luego se va diversificando y especializando; este proceso se llama enriquecimiento y es alentado por los padres y profesores de lenguas.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La escopeta - Julio Ardiles Gray
Avanzó entre los naranjos. El sol caía con tanta fuerza que le obligaba a entrecerrar los ojos. La paloma saltó entonces de una rama a otra, y a otra, y se perdió por entre el follaje bien alto. Con la escopeta levantada, Matías se acercó hasta el tronco del árbol. Pero por más que examinó hoja por hoja, no pudo dar con la paloma. Extrañado, se rascó la nuca.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Una lección de humildad - James Baldwin
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La capa – Dino Buzzati
Al cabo de una interminable espera, cuando la esperanza comenzaba ya a morir, Giovanni regresó a casa. Todavía no habían dado las dos, su madre estaba quitando la mesa, era un día gris de marzo y volaban las cornejas.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Narciso - Manuel Mujica Láinez
Si salía, encerraba a los gatos. Los buscaba, debajo de los muebles, en la ondulación de los cortinajes, detrás de los libros, y los llevaba en brazos, uno a uno, a su dormitorio. Allí se acomodaban sobre el sofá de felpa raída, hasta su regreso. Eran cuatro, cinco, seis, según los años, según se deshiciera de las crías, pero todos semejantes, grises y rayados y de un negro negrísimo.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Nada nos conmovió tanto - Alfredo Armas Alfonzo
Nada nos conmovió tanto a los catorce años como la muerte de María, la niña pura del libro de Jorge Isaacs. Este tomito, encuadernado en cuero rojo, con cantos y tafiletes dorados había pertenecido a la biblioteca del abuelo Ricardo Alfonso, y lo hallé en uno de sus baúles en la habitación frente al tanque. Solamente esas paredes saben cómo lloré durante el proceso de enfermedad, muerte y entierro de María.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Tan amigos - Mario Benedetti
-Bruto calor -dijo el mozo.
Pareció que el tipo de azul iba a aflojarse la corbata, pero finalmente dejó caer el brazo hacia un costado. Luego, con ojos de siesta, examinó la calle a través del enorme cristal fijo.
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Tan amigos - Mario Benedetti
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
En la sierra - Arturo Barea
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El albañil - Aloysius Bertrand
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El descuido - Martín Buber
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Martín Buber
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El caballero Charles - Humberto Arenal
—Ah, aquellos sí que eran tiempos mejores —dijo el hombre—, ¿verdad, doña Clarita? Entonces todo era distinto. Como decía la hermana del caballero Charles… ¿Cómo era aquello…? ¿Eh, doña Clarita? No recuerdo bien…
—¿Eh…?
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Nadie lo sabe - Sherwood Anderson
George Willard se levantó del escritorio que ocupaba en las oficinas del Winesburg Eagle, miró cautelosamente a su alrededor y salió con precipitación por la puerta trasera. La noche era calurosa y el cielo estaba cubierto de nubes; aunque no habían dado las ocho todavía, la callejuela a la que daba la parte trasera de las oficinas del Eagle estaba oscura como la pez. Un tronco de caballos atado por allí a un poste invisible pataleó en el suelo duro y calcinado.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La mala memoria - André Breton
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La mala memoria - André Breton
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Destino - Robert W. Chambers
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El mar cambia - Ernest Hemingway
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La insignia - Julio Ramón Ribeyro
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
viernes, 17 de septiembre de 2021
Fin de curso - Mariana Enríquez
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Mariana Enríquez
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El final de la fiesta - Graham Greene
Peter Morton se despertó sobresaltado al enfrentarse con la primera luz del día. A través de la ventana, podía ver una rama desnuda inclinándose en un marco de plata. La lluvia golpeaba contra el cristal. Era el 5 de enero.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Sombras sobre vidrio esmerilado - Juan José Saer
¡Qué complejo es el tiempo, y sin embargo, qué sencillo! Ahora estoy sentada en el sillón de Viena, en el living, y puedo ver la sombra de Leopoldo que se desviste en el cuarto de baño. Parece muy sencillo al pensar «ahora», pero al descubrir la extensión en el espacio de ese «ahora», me doy cuenta enseguida de la pobreza del recuerdo. El recuerdo es una parte muy chiquitita de cada «ahora», y el resto del «ahora» no hace más que aparecer, y eso muy pocas veces, y de un modo muy fugaz, como recuerdo.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El encaje roto - Emilia Pardo Bazán
Convidada a la boda de Micaelita Aránguiz con Bernardo de Meneses, y no habiendo podido asistir, grande fue mi sorpresa cuando supe al día siguiente —la ceremonia debía verificarse a las diez de la noche en casa de la novia— que ésta, al pie mismo del altar, al preguntarle el obispo de San Juan de Acre si recibía a Bernardo por esposo, soltó un «no» claro y enérgico; y como reiterada con extrañeza la pregunta, se repitiese la negativa, el novio, después de arrostrar un cuarto de hora la situación más ridícula del mundo, tuvo que retirarse, deshaciéndose la reunión y el enlace a la vez.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Todo el verano en un día - Ray Bradbury
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La enamorada del talento - Pío Baroja
Era Matilde una muchacha rubia, de veinte años, de estatura mediana y de elegante aspecto. Sin ser bonita, tenía el raro don de agradar con su presencia a todo el mundo y solía encantar con su conversación.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Leyenda del volcán - Miguel Ángel Asturias
Seis hombres poblaron la Tierra de los Árboles: los tres que venían en el viento y los tres que venían en el agua, aunque no se veían más que tres. Tres estaban escondidos en el río y sólo les veían los que venían en el viento cuando bajaban del monte a beber agua.
Seis hombres poblaron la Tierra de los Árboles.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El banquete - Julio Ramón Ribeyro
Con dos meses de anticipación, don Fernando Pasamano había preparado los pormenores de este magno suceso. En primer término, su residencia hubo de sufrir una transformación general. Como se trataba de un caserón antiguo, fue necesario echar abajo algunos muros, agrandar las ventanas, cambiar la madera de los pisos y pintar de nuevo todas las paredes.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Oficio de tinieblas - Alejo Carpentier
El año cobraba un mal aspecto. Muy pocos se daban cuenta de ello, pero la ciudad no era la misma. No estaba demostrado que los objetos pintaran en los pisos un cabal equivalente en sombras. Más aún: las sombras tenían una evidente propensión a quererse desprender de las cosas, como si las cosas tuvieran mala sombra. Una súbita proliferación de musgos ennegrecía los tejados.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Ver con los ojos - Miguel de Unamuno
Era un domingo de verano; domingo tras una semana laboriosa; verano como corona de un invierno duro.
El campo estaba sobre fondo verde vestido de florecillas rojas, y el día convidando a tenderse en mangas de camisa a la sombra de alguna encina y besar al cielo cerrando los ojos. Los muchachos reían y cuchicheaban bajo los árboles, y sobre éstos reían y cuchicheaban también los pájaros.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Una pequeña amabilidad - Ben Bova
Jeremy Keating odiaba la lluvia. Ya era deprimente que lo hubieran enviado a Atenas, pero en esa noche de viento y lluvia la ciudad era fría, negra y peligrosa. Todo el mundo imagina Atenas al sol, pensó. Piensa en la Acrópolis, en los brillantes templos antiguos. No ven la ciudad moderna, sucia, con su interminable flujo de automóviles que dejan escapar tanta polución que las estatuas de mármol se están carcomiendo y los monumentos antiguos están en peligro de derrumbarse.
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Una pequeña amabilidad - Ben Bova
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La llave - Eudora Welty
La sala de espera de la pequeña y remota estación estaba en silencio, a no ser por el sonido nocturno de los insectos. Se podían escuchar, entre la hierba, afuera, sus movimientos que bordaban la noche dando la impresión de una tenue voz contando un cuento. O se podía escuchar el golpeteo sólido de las luciérnagas y el movimiento rasposo de sus grandes alas contra el techo de madera. Algunas de las luciérnagas se aferraban con todo su peso a la lámpara amarilla, como abejas atontadas a un olor sin sentido.
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La llave - Eudora Welty
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La señal en el cielo - Agatha Christie
El juez daba fin a sus recomendaciones al jurado.
—He dicho, señores, casi todo lo que tenía que decirles; ustedes resolverán si hay pruebas suficientes para dictaminar si este hombre es o no culpable del asesinato de Vivian Barnaby. Han oído las declaraciones de los sirvientes sobre la hora en que fue disparado el tiro.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
De hermano a hermana - Cristina Peri Rossi
Cada vez que miro a mi hermana pienso en mamá. Y sé que hubiera preferido que mi madre fuera ella, mi hermana, y no la otra, tal vez mi madre hubiera podido ser mi hermana y yo no notaría tanto la diferencia. Cada vez que la miro, cada tanto.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
La lección de canto - Katherine Mansfield
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
Médium - Pio Baroja
Soy un hombre tranquilo, nervioso; pero no estoy loco, como dicen los médicos que me han reconocido. He analizado todo, he profundizado todo, y vivo intranquilo. ¿Por qué? No lo he sabido todavía.
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El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
El huevo y la gallina - Giovannino Guareschi
Entre los hombres de Peppone había uno al que llamaban Bólido. Era una bestia enorme, lenta y tarda como un elefante y un poco tocado. Bólido pertenecía a la “escuadra política”, capitaneada por el Pardo y tenía la función de tanque: cuando era preciso aventar una asamblea adversaria, Bólido se ponía al frente de la escuadra y no había quien lo detuviese en su inexorable avance, y de esa manera el Pardo y los que lo seguían, podían llegar bien pronto hasta la tribuna del orador, y allí, con silbidos y mugidos, lo reducían a silencio en contados minutos.
El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.
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